viernes, 5 de diciembre de 2014

Hoy me desperté pensando en ti

Y hoy me desperté pensando en ti…

¿Por qué?

Porque soy un completo idiota:

Soy una persona triste buscando el destino, afortunadamente en la vida me había tocado encontrarme con personas igual de tristes y con la misma necesidad de creer que yo. Creer que algo providencial maneja los hilos del destino y que cuando te encuentras con un perfecto extraño es quizá el inicio del amor de tu vida en una historia maravillosa como de película, o peor aún, como de telenovela.

El problema empieza el día que me encuentro contigo y tú te encuentras conmigo, nuestras miradas se cruzan y te digo “solías ser el ser más desagradable de la tierra” esperando iniciar una pelea y respondes “lo sé y te pido una disculpa”; como resultado de una simple frase pasas a ser de una persona desagradable a un encuentro con el destino… si… así de sencillo fue pensar que quizá el reencuentro años después eran los misteriosos caminos de la vida que querían que tú y yo escribiéramos la historia de amor más grande y apasionada. Después de hablar por unos días y compartir risas y lágrimas un día me desperté pensando en ti; ¡que ganas de abrazarte y de hacerte el amor! Tomarte de la mano y caminar contigo, mirar el mar rozando nuestras manos sobre la arena, mirar el amanecer y sentir que es el primero. Pero tú me dijiste que no…

Me costó trabajo reponerme del impacto y quitarme lo aturdido, el destino no se puede evitar, tarde o temprano tú y yo debíamos estar juntos; pero repetiste que no. Me sacudí el polvo nuevamente y tenía lindos detalles, soy un conquistador por naturaleza y desplegué todas mis armas más mortales, pero me dijiste que no una vez más.

Entonces quizás el destino no existe, entonces quizás no hay nada escrito, entonces quizás todo es caos y asar y un día simplemente porque alguien te dice que sí, puedes construir una nueva vida desde cero juntos. No es necesaria la ayuda providencial ni el hilo rojo que une nuestros meñiques, quizás ni siquiera existen tales cosas y con el simple hecho de coincidir y decir que si, puedes hacerlo posible.

Pero me dijiste que no y una espina se me quedó clavada en el corazón y en el orgullo y su incongruencia lastimaba mis creencias y se destruía mi mundo al pensar que podíamos haber sido tanto los dos y que podría haberte hecho tan feliz y que podría hoy ser todo muy distinto… Pero me dijiste que no.

Y hoy desperté pensando en ti.

¿Por qué?


Porque soy un completo idiota.