domingo, 28 de abril de 2019

Seres necesitados de amor:


Somos seres necesitados de amor. Una generación triste que creció muy sola. Hijos de los dos padres trabajadores, pioneros de la generación de hijos únicos o de solo un hermano; hijos de la modernidad que nos condenó a buscar amor contra reloj.

Me levanto en la mañana y salgo corriendo al trabajo, no hay a quien decirle “adiós amor” al otro lado de la cama. Llego a la oficina y me saluda un montón de papeles sobre el escritorio. Nada más y nada menos. Hoy no he avisado a nadie que he llegado a mi destino -“¿a quien le importa?”- pienso dentro de mí mismo.

Entre la rutina comes mordiscos de moderna monotonía -“tienes un nuevo mensaje”- es de esa persona que te habla algunas veces, esa persona que sabes que solo quiere sexo fácil. -“hola, buenos días y buen inicio de semana”- dice alguien a quien te encantaría amar pero simplemente no te nace más que una amistad. -“¿Cómo has estado?”- dice la persona que sería perfecta pero que su único defecto es ya tener pareja. La conversación con la persona con quien hablabas todos los días se “empolva” en el fondo de la lista. Ya no hablas, ya no responde, desapareció su fotografía; solo queda el recuerdo de hace meses “si mi gordo, espero pronto poder ir a verte y estar contigo ahí” dice uno de los últimos mensajes y me pregunto si de verdad lo sentías… la conversación más real es con alguien con quien conectas pero parece ser en una sola vía, peor aun mas complicado con quien conectó contigo pero eres tu quien no corresponde y te complica. No hay tiempo para esto hay que volver a la rutina.

Reuniones, proyectos, éxitos y fracasos de la vida laboral de cada día, un almuerzo al microondas y esperar a que el reloj de las cinco con treinta minutos. El metro, la gente, muchas caras familiares, los que vamos y venimos los que pasan, los que miran, los que solo escuchan música intentando escapar de sus demonios y una que otra fantasía. Quizás alguien aquí es ese alguien con quien compartir la cena al llegar a casa y sentir que finalmente estas en casa.

El conserje, el elevador, la puerta y la cortina entreabierta. Fuera zapatos, fuera camisa, fuera pantalones y tirarse en la cama -“ya llegué mi amor”- escribiría -“necesitas que traiga algo?”- agregaría -“no hagas nada y salgamos a cenar”- es buena idea -“te amo y cuento los minutos para verte”- sería una hermosa conclusión para esta conversación imaginaria. 

Pero tú no estás aquí de ninguna forma… ni del intento, ni del flechazo, ni de la fantasía… ni de ese amor que se siente como fuego ni de ese que se construye poco a poco, ni de ese que quizás es más costumbre, ni de ese que juraste o te juraron algún día.

Son más de las diez y está la cama fría. No soy adicto al celular ni respondo conversaciones cuando no me da la gana. Publico una foto o dos sonriendo para que alguien diga -“lindo”- y suba mi autoestima; me quedo dormido esperando una noche de descanso. Abrazo mi almohada y espero el día que sigue a este.

Somos seres necesitados de amor. Una generación triste que creció muy sola… Hijos de los dos padres trabajadores, hijos de la generación de hijos únicos o de solo un hermano; hijos de la modernidad que nos condenó a buscar amor contra reloj y quererlo encontrar en cualquier cara y cualquier gesto; viviendo siempre con el miedo de que el amor esté ahí mismo y no verlo; viviendo con el miedo de que el amor no exista en realidad; viviendo solo con la triste certeza de que somos seres necesitados de amor.

lunes, 1 de abril de 2019

Me haces tanta falta


Hoy después de más de 5 meses de lo ocurrido me sentí profundamente triste, hoy después de más de 5 meses volví a escribir y parece que no ha pasado nada.

Es increíblemente duro aceptar que no me elegiste y que decidiste que nuestros caminos debían separarse después de que me pediste tú mismo que no me fuera nunca de tu vida… después de que me miraste a los ojos diciéndome que siempre estaríamos juntos… es increíble pensar que puedo decir ya “hace meses que no se de ti”… hace un par de días sin querer vi fotos “tuyas” no te ves muy feliz que digamos… no esa sonrisa autentica que tenías cuando estábamos juntos, no esos ojitos brillantes que me miraban profundamente.

El corazón dolió como esa tarde en que me enteré que te habías ido con el… esa tarde en que me di cuenta que era el final… que había perdido… que había apostado cada sentimiento, cada pensamiento, cada sueño, cada deseo de mi corazón a ti y había perdido… desde entonces no he sido el mismo, incluso hoy cuando por fin me he animado a mirar a alguien a los ojos nuevamente siento miedo. Yo no era así, así me dejó todo esto.

Aunque siempre termino deseando tu felicidad estés en donde estés, estés con quien estés… siempre, siempre, siempre pienso en él hubiera… en lo que no fue… en lo que nunca será… en ese punto en el tiempo en que me quedé atrapado… me perdí a mi mismo y no sé cómo encontrarme.

Me haces tanta falta….

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