Estamos solo a un par de meses de terminar este
año 2019, no puedo siquiera creerlo, es increíble que me sorprenda aun en
tardes frías como está llorando por ti. He pasado por muchas etapas, pero
siento que no han sido para avanzar, solo estoy en un ciclo interminable, solo
estoy dando vueltas por que esto… este dolor en el que vivo es mi vida ahora.
Puedes decirme en la cara “tú te lo buscaste” puedes no sentir nada al escuchar
esto después de tanto tiempo… pero lo sabía de siempre, era claro para mi desde
un principio, te amaré por siempre.
En enero, perdí al amor de mi vida… no lo perdí…
el me dejó… la vida lo puso en la posición de elegir entre volver a mi o
cambiar el rumbo… y decidió cambiar.
Te admiro por tu valor, yo jamás hubiera tenido
la fuerza para decirte adiós, no pude hacerlo en varios intentos, no pude
hacerlo nunca… al principio de este año tu dijiste adiós, pero yo no… yo me
quedé aquí, por un momento creí que suspendido en el tiempo, pero fue aún más
cruel que eso, el tiempo sigue pasando por mi vida, por mi cuerpo, por mi
mente, por mi alma; lo único que se quedó congelado fue mi corazón, ese tonto
que en enero se partió en millones de pequeños fragmentos, pedazos de cristal,
polvo de sueños, pequeñas, minúsculas estrellas. Fragmentado por una bala
disparada desde tu dedo índice, una explosión que penetró mi pecho y con
perfecta trayectoria atravesó mi corazón, en la pared, sobre la acera, sobre
los autos, sobre los arbustos, sobre las escaleras de la universidad quedaron
esparcidos los pedazos de mi corazón, mi sangre, mis sueños y mis ilusiones
tiñendo de rojo una calurosa mañana de sábado.
Febrero llegó no sé cómo, aprendí a respirar
sin aire, aprendí a llorar por dentro y sonreír por fuera, alguna vez te dije
que sería solo un alma en pena sin ti y no exageraba viví verdaderas
experiencias extra-corpóreas; era demasiado difícil ser yo, mi mente se escapaba
para tratar de sobrevivir, juro haberme visto desde la puerta de mi cuarto a mí
mismo tirado en la cama, llorando y gritando contra la almohada. Sufriendo y retorciéndome
por este dolor, cuando tu mamá me dijo “tienes que estar tranquilo, ya se fue…
espero que puedas encontrar a alguien más” tuve que volverme un poco loco, tuve
que volverme un poco fantasma, tuve que desconectarme, tuve que perderme un
poco para no morir completamente pero… cada día me convenzo más de que morí en
febrero del 2019 era lógico, sabía que no aguantaría mas de un par de semanas sin ti.
Marzo es el mes que todos odian, pero no puedes
odiar algo cuando ya estás muerto, algo en mi cambió para siempre, cuando me
miro en el espejo no soy yo; es natural, no soy el mismo, una parte de mí se
fue contigo, incluso si suena trillado.
Debo decirte que conocí a alguien, un
alma igual de sola y triste que la mía; en muchos aspectos me recuerda a ti,
pero la soledad no une, la tristeza no construye y simplemente fue una especie
de triste sensación de que nadie eres tú, de que nada es igual; un recordatorio de que tu pudiste reemplazarme pero
yo a ti jamás, por que eras único. Por qué ahora solo vives en mi pasado, en
una esquina de mi mente que camina por San Diego y te ve pequeño con tu
chaqueta beige y aun piensa “que criatura más hermosa!” que recuerda ese
columpio y esa bodega, que recuerda esas miradas en el reflejo de la ventana…
mi alma escapa a esos bellos recuerdos tratando de no ensuciarlos de ilusión,
tratando de mantenerlos vivos… pero la línea es muy delgada… quiero ir a vivir ahí,
quiero escapar y vivir en esos días cuando todo era más simple quiero un
imposible y mientras más lo quiera más dolerá mas me acercará al borde de la locura.