Para mi el amor no es un juego, es electricidad que recorre el cuerpo y te llena el alma de estática; es fuego que te consume por dentro y que transmites por las yemas de los dedos; es energía en su estado mas puro; es vida, magia, ilusión y realidad; es amor.
Cuando en mi corazón se gesta este sentimiento cálido, no puedo no exteriorizarlo, es demasiado para contenerlo dentro, es demasiado para intentar extinguirlo, es una sensación demasiado poderosa como para atreverse siquiera a tratar de querer ignorarla.
Cuando el amor nace es así, vigoroso y llameante; una chispa de magia y la llama de la alegría. Pero puede apagarse muy fácil, o salirse de control devastando al corazón. Hay que ser precavido, no mucho calor y no muy poco por favor.
El amor necesita demasiado y muy poco para crecer, necesita confianza, comunicación, compatibilidad y afecto, una pizca de celos, un poco de dependencia en su justa medida; que me quieras ver, que me quieras abrazar, que me quieras decir te amo.
El amor necesita tiempo, su tiempo impredecible, el amor puede florecer hermoso en unas horas, o puede requerir su tiempo, cada vez es diferente, cada amor es diferente; es un sutil arte descifrar la clave del tiempo y respirar su dulce aroma justo en el momento...
El amor dura para siempre, el amor no muere, el amor es imperecedero, su huella queda hasta en el corazón mas frío, aunque se empeñe en negarlo.
Pero el amor puede ser asesinado... la traición, la mentira, la frialdad, la falta de demostración... el amor puede morir de tristeza...
Aun así siempre su cuerpo etéreo, su cadáver impoluto, sus restos imborrables; quedan dentro de nuestro corazón, sus cenizas, su mágica sensación... siempre volveremos a amar, siempre sera un nuevo amanecer... pero el anterior, el anterior puede marcarnos, para bien y para mal...
Por el resto de nuestros días.
Oso Adrián.
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