“¿Como mantener viva la llama cuando estas de viaje?” citaba el artículo en internet como si se tratase de una revista para mujeres de los 90s. “amate a ti mismo y ama tu cuerpo” decía un articulo en la misma sección… Era el 2018 y estas cosas empezaban a ponerse de moda. Yo de viaje queriendo recordarte: “mira, hoy estoy lejos y te mando estas fotos calientes” como las que solías recibir y buscar de otros, pero esta vez mías. Mi cabeza de esposa tonta intentando “salvar su matrimonio” que parecía no tener sentido ocho de cada diez días, pero por el que había renunciado a todo.
“¿Todos tenemos una cámara decente en el bolsillo
en estos tiempos no?” pensé mientras empezaba a extrañarte esa noche a doce mil
kilómetros de distancia. Luces, cámara, acción; siempre he querido ser una
estrella porno, ya sabes… la gente te mira como un sueño inalcanzable, tu
puedes vivir de un trabajo en el que mezclar negocios con placer no está
prohibido… Primera foto sobre la cama, la reviso, no me gusta, empezamos otra
vez.
“¿Cómo podría ser una estrella y salir en una
foto alguien con varios kilos de más como yo?” pensaba al mirar el primer
intento “igual que muchos otros que ves en internet, en videos, en fotos y en
dibujos” me respondí a mí mismo… El teléfono de última generación me permitía
mostrar la palma de la mano y obtener una foto después de un: tres, dos, uno.
¡Clic! me tiré sobre la cama a ver el resultado
“¡guau! ¿Será que puedo tomarme mas en diferentes rincones del cuarto?” Pensé de
inmediato. Tomé dos o tres en la cama, cada vez, me gustaban más… sin pensar,
sin editar, sin filtro; te escribí para decirte “te extraño”, enviarte la
primera foto estirado sobre la cama, una suerte de selfie porno y me dirigí al
pequeño sofá.
El escritorio, la puerta del refrigerador, el sofá,
o asomado por la ventana; de rodillas, de pie, sentado, acostado… en posiciones
que solo había visto en fotos -esto es entretenido-. Cincuenta, sesenta, setenta
fotografías, en todos lados, luces, cojines, ropa más, ropa menos… después de
elegir las que más me gustaban quizás unas diez… ¡Que bien me veía! Ideales para
mandártelas; ideales para que supieras que ahí estaba, del otro lado, muerto de
ganas de correr a abrazarte y mostrarte cuanto te extrañaba y deseaba… “nanai,
yo también…” fue la respuesta a mi mensaje con foto, enviada hace casi dos
horas… nunca fuiste muy despierto. “me tomé algunas fotos para ti” escribí y
envié una más “awww” fue la respuesta… si… un reflejo del desbalance en
nuestras formas y fondos… un reflejo de lo que doy y lo que recibo, un reflejo
de lo que soy y lo que merezco y lo que recibía… un reflejo de los últimos años…
una prueba de que estábamos mas allá de la salvación…solo una más… solo una
entre tantas…
Te odio… te odio por que sacrifiqué algo importantísimo
en mi vida, te odio por que en la apuesta… aposté todo y perdí… te odió por que
cuando la vida me dio a elegir... te elegí… y fue la elección equivocada, la más
equivocada.
Me quedo con las fotos… me quedo con el “amate
a ti mismo y ama tu cuerpo” me quedo con el autodescubrimiento…
Esa noche me dormí después de llorar un buen
rato… esa noche caí un poco mas en el abismo… esa noche me pregunté aún más “¿por
qué?”
Esa noche empecé a recopilar en mi cabeza los
recuerdos de las pequeñas cosas por las que hoy te odio.