No sé qué contestarte mi confuso Valentín... no sé por qué siempre me dejas
sin palabras como si le hablara a un muro, no sé por qué siempre siento un
sesgo de desprecio cuando me recriminas una acción o una no acción... Es solo
que me atraes desde la primera vez que te vi, luego un año después, luego una
vez más después de tres y aunque puedo contar nuestras reuniones con los dedos
de una mano y recordar los detalles como si no hubieran pasado el tiempo, me
confundes Valentín.
¿Cómo no esperar un reproche si con uno comenzaste esta conversación años
atrás? "a ustedes los gordos solo les gustan otros gordos" ¿Cómo no enamorarme
de ti cuando después del sexo mirando al techo me contaste la anécdota de
adolescencia de prestarse un disco “prohibido” con tus compañeros de colegio? Tierno,
dulce, interesante y cursi. ¿Cómo no enamorarse de alguien por quien saliste a su
encuentro a las dos de la mañana para reír y pasar rabias del escándalo de la insoportable
fiesta de abajo? El tiempo pasa y las cosas cambian y nuestra perspectiva de la
vida también, ¿Cómo no enamorarse de una conversación inteligente al calor del
whiskey? ¿Como esperar que algo tan esporádico no se diluya con el paso inclemente
del tiempo?
¿Comó enamorarse de alguien que en un principio mintió sobre su propio nombre?
Hoy somos diferentes mi confuso Valentín, hoy no soy el joven aquel; hoy soy
aún menos susceptible al reproche, la culpa y el chantaje. La madurez, el cansancio
y un dejo de apatía me han hecho huir de este tipo de cosas, me provocan una reacción
alérgica y busco no consumir la poca energía que le queda a mi corazón en
ellas.
Mi confuso Valentín a veces me pregunto: ¿Existen más páginas en esta historia
o ya he forzado la continuación inútilmente?
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