No importa cuántos días pasen, es inevitable seguir soñando contigo… es estúpido, es ridículo, pero es real, tan real como puede ser una serie de impulsos eléctricos cerebrales que nos hacen reproducir historias vividas en la fase profunda del sueño.
Anoche no podías salir de mis sueños…
Todo empieza como siempre, al azar, gatillado por algún recuerdo en lo profundo de mi subconsciente, no se por que volví a cocinar para ti, pero reconozco el escenario, aquel comedor grande solo para los dos en sábado y la televisión sonando de fondo… obviamente no me había olvidado de esto, obviamente me acordaba de cada detalle, pero no quiero soñar con esto; quiero despertar y cuando te veo acercarte y mis ojos empiezan a llenarse de lagrimas despierto solo para encontrarlas saliendo de mis ojos en el mundo real.
Después de la clásica parada en el baño y la cocina por un vaso con agua. Al volver retomé el sueño. La estación del metro, no podía creerlo, otra vez ahí como si hubiera dejado la cinta en pausa, esta noche está destinada a la tragedia y al recuerdo. Llegas corriendo y me saludas con un beso, como solíamos hacerlo siempre, esa sensación maravillosa de que el mundo importa una mierda. Cuando estamos tu y yo somos solo tu y yo, tan trillado y romántico como suena.
Los sueños se mezclan con la realidad, te digo que te extrañado con la vida, me reflejo en tus ojos y me dices que tienes que irte, te persigo, casi alcanzo a verte al doblar en cada esquina y no te encuentro…
Despierto cansado de caminar y de correr y en la posición mas incomoda posible… arreglo las almohadas; ¿hace calor? ¿Hace frio? No lo se. Trato de conciliar el sueño de nuevo y ahí estamos en Valparaiso, cerca de donde comimos helado “no logro vivir sin ti” te digo consciente de que esto es un sueño y de que puede terminar pronto “yo tampoco se como vivir sin ti” me dices con lagrimas en los ojos; sería tan lindo que fuera verdad, sería tan lindo quedarme a vivir en este sueño.
Después de caminar conversando de tonterías, de ver las plazas y el mar sé que ha llegado la hora de decir adiós.
Un sesión maratónica de una noche y al menos tres sueños, una noche que deja sin descanso a mi corazón mis ojos llenos de lagrimas secas, mis brazos vacíos sin ti, el dolor el el pecho y una cruda realidad.
No puedo dejar de soñar contigo.